A Giovanni Quessep
El crepúsculo herido sobre el asfalto.
La noche sometida a la desolación de las horas.
La cabeza del guillotinado
sonriente en una estaca.
Y mis pasos perdidos en el dédalo de la melancolía.
Espérame desnuda
Entre los alacranes,
escribió el asesino de Merlín: única huella
en el camino hacia el huerto.
Ensalmo,
conjuro
que me conduce a tu nombre
Espérame desnuda
Entre los alacranes,
para que el ángel retire su espada
y esta vez,
el amor y la vida sean para siempre.
* * *
De: «Sin el azul del día» – Premio CEAB, 2007
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©Carlos Castillo Quintero