Foto |©Paola Avendaño

Era el trozo más oscuro de la calle.
Salvador Garmendia

2023, otro escenario para la guerra, con antiguos desplazados y nuevos inmigrantes. Algunos guardan valijas de escape cargadas con óbolos para quienes llegan. Cada pueblo paga su cuota a Caronte. Los niños huyen del desastre, como hormigas de cristal atraviesan los hostiles caminos de este mundo, invisibles a la mano del hombre, hasta llegar al planeta Kriptón en donde los gatos vuelan.

Novela de la nostalgia, de erosión social, con personajes cercados por la miseria y una devoción nocturna por la felicidad, cueste el rigor que cueste. Carlos Castillo Quintero presenta en Hormigas de cristal a un desesperanzado José, quien pareciera no tener afán por decidir su camino, que vaga y se asoma, como voyerista, por calles en donde para él todo es espectáculo, y, especular. Un hombre que se siente desusado por el tiempo, el sexo y el amor; afligido al verse prisionero dentro de su propio cuerpo en donde se marchita. Por eso recoge uñas por las aceras (las de Luis Guillermo, las de Mariana, no las de cualquiera para que sus días adquieran sentido, o eso cree él.

Este libro carga Con esa tristeza del desterrado / que es desterrado de su destierro, palabras de Reinaldo Arenas escritas desde su amarga derrota del desencanto en Nueva York, y que José, el narrador, retoma. Derrotado en el tablero de juego, fraccionado entre las figuras que lo rodean, se aferra a la memoria y finge saber la respuesta que lo descifra. Exiliado de todo, José deambula por sórdidas calles que Carlos Castillo Quintero conoce bien y que recrea en esta obra, con una atmósfera precisa y la cuidadosa poética que acostumbra en su oficio.

Cuando empecé a escribir estas líneas había en Hormigas de cristal, unos versos en los que Mariana se refería a la vida como un tejido de nostalgias. Esos caracteres fueron rechazados, desahuciados y eliminados por el autor; aun así, en la novela permanece aquella esencia de lo que ha sido escrito desde la nostalgia.

El viejo Caronte detiene su barca, y sonríe. A leguas se nota que no tiene prisa. Para él todos tenemos la misma edad. Escribe Castillo Quintero con el corazón taciturno. Pienso en los niños que hoy mueren en Gaza, en los que murieron ayer en Venezuela y en Colombia y los que, sin misericordia, van a morir mañana. Ha de saberse que para el viejo Caronte todos tenemos la misma edad, y que cada pueblo paga su cuota.

Julio Medrano 
Tunja, 2023


Hormigas de cristal (novela)
Carlos Castillo Quintero
BPoetry Editores
2023