DALILA DREAMING

Por: Fernando Linero Montes


Según el Diccionario de literatura española de la Revista de Occidente el cuento, considerado como género, "es una de las manifestaciones en que más difícil resulta lograr la virtud de la perfección, ya que su técnica exige del autor una capacidad de síntesis combinada con una serie de calidades estéticas que dejan en el ánimo del lector la impresión de que el relato cumple una verdadera misión artística". Sin sentir que estoy exagerando, es precisamente eso lo que encuentro en la obra de Carlos Castillo Quintero y es lo que me lleva a expresarme acerca de lo deliberadamente literaria que resulta su factura.
Con una capacidad de introducirnos en esas pequeñas minucias que finalmente pertenecen a la composición simple y compleja de la naturaleza del hombre; con un ojo afilado que disecciona cada detalle (capacidad propia de los grandes narradores), Carlos Castillo nos muestra al ser atrapado en el espejo de la realidad, enquistado en la mecánica de lo cotidiano, llevando a cuestas con mucha resignación el inevitable desasosiego que da saber que el tiempo pasa y que es implacable, rasgos propios de la literatura actual.
Dalila Dreaming es un libro que se enmarca dentro en lo que podríamos llamar el cuento contemporáneo, ese que inicia con Poe y que se caracteriza por su brevedad y su voluntad de estilo. Son cuentos armados con dos o tres instantáneas, que reinventan la técnica, como corresponde a un autor verdadero; y nos muestran a la locura como una instancia que aguarda agazapada. Cuentos donde nos encontramos hombres que lloran sumidos en los reflejos indolentes de la ciudad; hombres solos acodados en la barra de la vida, suspendidos en el cálido hálito de la ebriedad, agobiados por la existencia y así arrastrados al mismo suicidio; cuentos que pertenecen a una misma saga y que como las imágenes en un cuarto de espejos nos muestran la policromía de la realidad, llena de euforia pero también de mucha tristeza; cuentos donde es factible que cualquier día nos encontremos inadvertidamente con un barco encallado en plena ciudad “varado en el crepúsculo, ajeno al barullo que se forma a su alrededor, como si la pátina de sal y algas de su lomo le permitiera viajar sin necesidad de estar en el agua”.
Son cuentos que nos confirman que la existencia es un agujero negro en donde no obstante es posible escuchar música en el cielo.
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Dalila Dreaming
Carlos Castillo Quintero
Editorial 531
2015